Arquitectos por la ETSAM (2006 y 2007), Ophélie Herranz y Paul Galindo complementan su formación en la Faculteit Bouwkunde de la TU Delft en los Países Bajos. Después de colaborar con Solid Arquitectura en Madrid y con Skidmore, Owings & Merrill (SOM) en Nueva York, inician en 2009 un periodo de investigación en el marco del doctorado en Proyectos Arquitectónicos Avanzados de la ETSAM y fundan PYO en 2009. Tras compartir arquitecturas durante 10 años con sus amigos Katrien Vertenten y Lucas Camponovo, arquitectos por la AAM (2005 y 2002), deciden con ilusión dar el salto en 2019 y formar NOMOS, un estudio con dos cabezas, en Madrid y en Ginebra. NOMOS es uno de los 16 estudios finalistas del premio AR Emerging Architecture 2020 convocado por The Architectural Review, y ha sido seleccionado como Estudio de diseño de interiores emergente en los Dezeen Awards de este mismo año.
Con su proyecto “La Nave” en Madrid, han ganado el Premio Dezeen 2020 en la categoría de diseño interior de apartamentos y el Premio de Opinión FAD 2020 de Interiorismo. “La Nave” también ha sido finalista en el Simon Architecture Prize 2020. El “Bombar” en Ginebra ha sido seleccionado en la categoría de diseño interior de restaurantes en los Premios Dezeen 2020 y nominado en el Simon Architecture Prize 2020. El centro médico de Kaya en Burkina Faso, actualmente en construcción, ha ganado el Premio COAM 2019 a las iniciativas ejemplares en relación con la arquitectura y ha sido nominado al Premio Aga Khan de Arquitectura 2019.
¿Quiénes componen el estudio?
Ahora mismo integran el equipo en Madrid Elisa Marcos, Morgan Przeracki y Diego Kühle.
¿A qué os dedicáis? ¿Qué tipo de trabajo realizáis?
Entendemos la arquitectura en una gran variedad de escalas. La diversidad geográfica de nuestros proyectos nos permite trabajar en contextos dispares, desde Suiza hasta Burkina Faso. El estudio explora nuevas formas de habitar el espacio a través del diseño, poniendo especial interés en el dibujo como expresión gráfica para construir nuestras ideas. Abordamos cada proyecto con entusiasmo, cuidado y curiosidad; en busca de una belleza sostenible.
¿Cómo se desarrollan vuestros proyectos?
Nuestras arquitecturas se materializan a través de la construcción, pero sólo es posible concebirlas mediante la construcción del pensamiento. Como arquitectos, nos situamos, a modo de equilibristas, entre el pensamiento y la creación, entre las ideas y las cosas. El proceso de diseño es complejo, está hecho de idas y venidas, de avances y retrocesos. Una gran parte del trabajo del estudio se desarrolla entorno a la dimensión técnica y disciplinar de la profesión. Pero lo que nos resulta más atractivo es la componente subjetiva, íntima, inestable e imprevisible, propia del acto de proyectar.
¿Qué recomendaciones darías a los que empiezan?
Buscar situaciones incómodas e inestables, posicionarse en el límite en el que puede ocurrir el error para descubrir el mejor detalle o el espacio deseado.
