El calor ya ha llegado y con él las actividades refrescantes de las que tanto disfrutamos. Una de las que más nos gusta, sin duda, es ir a la playa. ¿A quién no le gusta tumbarse en la toalla, sentir la calidez de la arena y la brisa del mar en la piel mientras disfruta del sonido de las olas rompiendo en la arena? Este momento de relax lo podemos combinar con una comida saludable, un paseo por la orilla para activar el riego sanguíneo y masajear nuestros pies y, por supuesto, con un buen baño. Aprovechar la ocasión para nadar un rato es la opción ideal de cara a mantenernos en forma.
La natación es uno de los deportes más completos y con menor impacto, ya que fortalece la musculatura de las personas que sufren dolores de espalda, tal y como apuntan los traumatólogos. En primavera y verano, además de hacerlo en la piscina, podemos hacerlo al aire libre mientras disfrutamos de la libertad del mar y de los beneficios que el agua salina tiene para el organismo. Además, al nadar en aguas abiertas el trabajo que tendremos que hacer es algo mayor si hay oleaje, aunque cabe resaltar que la flotabilidad también será más alta, una cosa por la otra. Se recomienda nadar de forma paralela a la costa, respetando siempre la bandera que ondee y las recomendaciones de los socorristas.
Si tienes la suerte de nadar en aguas cristalinas, podrás admirar a los pececillos que nadan a tu alrededor y descubrir increíbles fondos marinos. ¡Cuidado y no te desorientes! Antes de volver a la costa, desconecta y flota por un momento. Deja la mente en blanco, piensa en cosas positivas y recarga tu energía. ¡Al agua patos!
