Seguro que en alguna ocasión has necesitado un abrazo reconfortante. En silencio, sin palabras de consuelo. Simplemente un abrazo sincero. Este sencillo acto de ternura ayuda a quien lo recibe, pero también al que lo da. Vamos a explicarte por qué.
- Disminuye la frecuencia cardíaca y normaliza la presión arterial, lo que ayuda a relajar el trabajo del corazón.
- Segrega oxitocina. Un neurotransmisor que promueve sentimientos de confianza y sensación de bienestar.
- Libera dopamina y serotonina, las hormonas de la “felicidad”, que producen sensación de tranquilidad y calma.
- Un abrazo ayuda por tanto a eliminar el estrés y la ansiedad.
- También ayuda a eliminar la ira y rebajar los sentimientos de agresividad.
- Da sensación de protección, lo que redunda en una mayor confianza.
- Ayuda a superar los miedos por lo que serás más capaz de enfrentarte a un problema, en vez de ocultarlo.
- Aporta energía vital en momentos de agotamiento.
- Comunica a las personas sin necesidad de pronunciar una palabra.
- Refuerza el sistema inmunológico porque aumenta la concentración de inmunoglobulina A, que nos defiende frente a las infecciones. Además se incrementa la producción de glóbulos blancos, que mejoran nuestras defensas.
- Evita la impaciencia y nos hace ver las cosas con más pausa.
- Mejora la oxigenación de los tejidos evitando el envejecimiento celular.
- Relaja la musculatura y alivia las contracciones.
- Eleva la autoestima. Numerosos estudios científicos afirman que los niños que reciben muchos abrazos crecen con mayor autoestima, confianza y seguridad.
Un estudio llevado a cabo por la American Psychosomatic Society aseguraba que las personas con costumbre de abrazar están más protegidas frente a enfermedades degenerativas como la demencia senil, por las conexiones nerviosas que se mantiene durante los abrazos. Lo que sí es cierto es que la “terapia con abrazos” es una práctica muy utilizada en residencias y centros de mayores en personas con demencia, que en ocasiones no son capaces de expresar sus sentimientos pero son muy receptivas al calor y la ternura que les proporciona un abrazo.
Desde luego a nadie le sienta mal un abrazo, así que posiblemente algo de verdad haya en todo esto. ¿No crees?