Curiosidades sobre los ojos de los bebés

bebé

Los ojos son uno de los órganos que primero empiezan a desarrollarse (a los 15-20 días de la concepción). En las primeras semanas de embarazo se forman sus estructuras principales, pero, tanto los ojos como el nervio óptico, que los conecta al cerebro, siguen evolucionando durante el resto del periodo de gestación. El desarrollo del sistema visual del ser humano no terminará de completarse hasta los 6-8 años.

Al nacer, el bebé tiene la capacidad física de percibir su entorno, pero su cerebro todavía no está preparado para interpretar y procesar estos estímulos. Por lo tanto, los recién nacidos prácticamente no ven nada. Esta falta de desarrollo del sistema visual, en ocasiones, impide detectar algunos trastornos oculares. Como explican los especialistas de Clínica Baviera, por esta razón son tan importantes las revisiones con el oftalmólogo pediátrico.

¿Cuáles son los problemas oculares típicos de un recién nacido?

Al nacer, el pediatra realizará una valoración oftalmológica del bebé para descartar cualquier tipo de problema, pero es importante que los padres vigilen los ojos de sus hijos, ya que los primeros meses de vida son muy importantes para su correcto desarrollo. Cuánto antes se detecten y se traten los problemas visuales, mejor podrá desarrollarse su sistema visual. Si estas alteraciones se diagnostican tarde, más difícil será corregirlas y habrá que emplear tratamientos más agresivos durante un periodo de tiempo más extenso. Además, en algunos casos, se enlazarán unas deficiencias con otras.

Problemas visuales más frecuentes

  • Ojos hinchados: nada más nacer, los párpados del bebé (especialmente el párpado superior) pueden estar ligeramente hinchados como consecuencia de la presión que sufren sobre la cara durante el parto y la apertura de los ojos puede no ser simétrica. Lo normal es que a los tres o cuatro días los ojos recuperen su aspecto habitual.
  • Conjuntivitis: los recién nacidos son particularmente susceptibles a padecer conjuntivitis y más propensos a desarrollar complicaciones graves relacionadas con este problema ocular si se deja sin tratar o se trata de forma tardía. Sus síntomas son, entre otros, inflamación y enrojecimiento de los párpados y la conjuntiva, legañas, lagrimeo, picor. 
  • Estrabismo: el sistema visual de los bebés aún no está completamente desarrollado cuando nacen, lo que hace que no puedan enfocar bien la mirada y los ojos no estén alineados. En la mayor parte de los recién nacidos se considera la desviación intermitente de los ojos como algo normal y frecuente, no como una condición patológica. Si esta situación se mantiene más allá de los 4-5 meses, es importante acudir al oftalmólogo para que valore un posible estrabismo.
  • Hemorragia subconjuntival: es frecuente observar una pequeña hemorragia en la parte blanca del ojo (esclerótica), que puede deberse a los cambios de presión sufridos por el bebé durante el parto y suele desaparecer antes de las tres semanas de vida.
  • Obstrucción de la vía lagrimal: en muchas ocasiones, a las pocas semanas del nacimiento puede observarse una hipersecreción lagrimal en los ojos del bebé. Aunque el 80% de estas obstrucciones de las vías lagrimales se suelen resolver sin tratamiento específico antes de los 6 meses de vida del bebé, este problema puede conducir a una infección, así que es importante consultar con el pediatra qué tratamiento es el más adecuado, 

¿Cómo cuidar los ojos de un recién nacido?

Los ojos del recién nacido no precisan de ningún cuidado especial sino presentan ningún problema, aunque sí podemos incidir en ciertos aspectos:

  • Higiene ocular: antes de tocar la cara del niño y, especialmente sus ojos, debemos lavarnos las manos. Es muy habitual que los bebés presenten legañas. En este caso, debemos limpiar los ojos con suero fisiológico, ayudándonos de gasas o toallitas estériles. En caso de que haya infección, es importante usar una toallita o gasa distinta para cada ojo y no aplicar ningún producto ni medicamento sin indicación médica.
  • Estimulación visual con protección: debemos exponer al bebé a la luz natural, siempre con moderación. En este caso es recomendable el uso de gafas de sol, gorros o sombreros. 
  • Revisiones oftalmológicas: la primera exploración debe realizarse al nacimiento para descartar la presencia de anomalías estructurales congénitas o problemas oculares severos. Más adelante, y aunque no existan síntomas, es conveniente realizar un examen ocular completo a los 2-3 años.



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